
Taxista instaló una dashcam… y bajó 60% los incidentes
La cámara que lo salvó: una historia real de prevención en la calle
Pedro es taxista en Guadalajara. Lleva más de 20 años manejando.
Lo habían asaltado tres veces. Una vez, a plena luz del día. Otra, una pareja fingió que iba al hospital.
Después del último incidente, decidió instalar una dashcam.
Le costó $950 pesos y dos horas de su tiempo.
Desde entonces, las cosas cambiaron:
• En una ocasión, un pasajero se bajó sin pagar. Al ver la cámara, regresó.
• Otro se puso violento. Pedro encendió la luz y señaló la cámara. El tipo se calmó.
• Una vez, un motociclista intentó provocar un choque… hasta que vio el lente.
La dashcam no detiene el crimen. Pero cambia el juego: convierte al conductor en testigo, y al agresor, en potencial acusado.
Pedro no volvió a ser asaltado.
“No es que ya esté todo bien. Pero ya no manejo a ciegas.”
Hoy recomienda a otros choferes, repartidores, conductores de app, que inviertan en su propia vigilancia.
Porque la calle es dura. Pero la prevención es una herramienta al alcance de cualquiera.
Y una cámara puede no cambiar el país… pero sí tu próxima noche al volante.