
No descanso ni en vacaciones
Si en vacaciones sigues respondiendo mensajes del trabajo, no estás descansando. Estás trabajando gratis.
Me fui una semana a la playa.
Apagué las notificaciones. O eso pensé.
Pero bastó una llamada. Luego un mensaje. Luego otro.
Y cuando quise darme cuenta, estaba contestando correos desde una toalla con protector solar en la cara.
No estaba de vacaciones. Solo había cambiado de sede.
Esto no es raro. Es común.
Y no es normal.
¿Qué es esto?
Se llama hiperdisponibilidad.
Estar “siempre ahí”, incluso fuera del horario laboral.
Y aunque muchas veces se justifica como “profesionalismo”, en realidad es explotación digital.
¿Qué dice la ley?
Desde la reforma al artículo 68 de la Ley Federal del Trabajo, México reconoce el derecho a la desconexión digital.
Esto significa que fuera del horario laboral, no tienes la obligación de responder llamadas, mensajes o correos, salvo casos de urgencia justificada.
Si estás de vacaciones, se suspende completamente cualquier relación laboral activa.
Y si te “piden apoyo” en ese periodo, tiene que pagarse como jornada adicional.
¿Qué puedes hacer?
• Anticipa tus periodos de descanso y notifícalo por escrito.
• Establece respuestas automáticas en correos.
• No respondas mensajes de trabajo fuera de horario si no es urgente.
• Si te presionan o condicionan por ello, documenta.
• Si trabajas en vacaciones, puedes exigir pago proporcional o reprogramación de descanso.
No te pagan por estar siempre disponible.
Y aunque lo hicieran, no deberías estarlo.
El descanso no es un lujo. Es un derecho. Y también una defensa contra el desgaste laboral que se normaliza.
Mi jefa es mujer… y también abusa
No todos los agresores son hombres. No todas las lideresas protegen. El abuso laboral no entiende de género.
No es un jefe gritón.
Es una jefa.
Pero grita igual. Humilla igual.
Te revisa el peinado. Cuestiona tu forma de vestir.
Te compara con compañeras. Minimiza tu trabajo.
Y cuando te quejas, te dice: “No seas exagerada. Yo también aguanté lo mismo.”
Este no es un caso aislado.
Es un patrón que no se dice en voz alta.
Porque se espera que las mujeres en posiciones de poder cuiden a otras.
Pero algunas reproducen el mismo sistema del que alguna vez fueron víctimas.
Lo perpetúan. Lo heredan.
¿Qué es esto?
Es violencia laboral.
Y puede ser ejercida por cualquier persona, sin importar su género.
Las estadísticas suelen invisibilizar estos casos, pero existen.
¿Qué dice la ley?
El artículo 3 de la Ley Federal del Trabajo establece que toda persona tiene derecho a un trato digno y sin violencia en el lugar de trabajo.
Eso incluye gritos, burlas, intimidación, amenazas, aislamiento, sobrecarga intencional, exclusión de actividades, manipulación emocional o condicionamiento por apariencia.
El sexo o identidad de quien ejerce la violencia no cambia su naturaleza ni sus consecuencias.
¿Qué puedes hacer?
• Documenta incidentes. Anota fechas, frases, testigos.
• Busca apoyo con personas de confianza dentro del equipo.
• Acude a recursos humanos si existen.
• Si no hay respuesta, presenta queja ante la Procuraduría del Trabajo.
• Puedes también acudir a la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación.
El feminismo no debe romantizar a las jefas violentas.
Y los derechos laborales no deben excusar el abuso solo porque quien lo ejerce es una mujer.
Trabajo más, pero no subo
No siempre sube quien más trabaja. A veces sube quien mejor se acomoda.
Tenía tres años en la empresa.
No faltaba. Cumplía. Entregaba antes de tiempo.
Me ofrecí a capacitar a otros. A tomar cursos. A quedarme más tiempo.
Pero cuando hubo una vacante de dirección, no me lo propusieron.
Se lo dieron a alguien nuevo. Amigo del director.
“Ya vendrán más oportunidades para ti”, me dijeron.
La meritocracia a veces es una promesa vacía.
Y lo llaman “esfuerzo”, pero muchas veces es política.
¿Qué pasa aquí?
En muchas organizaciones, el mérito no es el único factor de ascenso.
También pesan las relaciones, las preferencias personales, los códigos informales de poder.
Y si no sabes leerlos, te puedes quedar estancado mientras otros suben.
¿Qué puedes hacer?
• Evalúa si tu empresa tiene criterios claros de promoción.
• Pregunta directamente qué necesitas para aspirar a otro nivel.
• Pide retroalimentación constante, por escrito.
• Si no hay estructura ni ruta clara, considera buscar crecimiento fuera.
• No midas tu valor por un ascenso. Ni te quedes donde no se reconoce lo que haces.
Trabajar más no siempre significa avanzar más.
Y a veces, insistir en un lugar que no valora lo que aportas también es una forma de estancamiento.
¿Qué es un contrato colectivo?
Si tienes contrato individual, tienes derechos. Pero si tienes contrato colectivo, tienes fuerza.
La mayoría de las personas trabajadoras en México no sabe si tiene o no contrato colectivo.
Ni qué significa.
Ni para qué sirve.
Y ahí empieza el problema.
Un contrato colectivo es un documento negociado entre el sindicato y la empresa que regula no solo tus derechos mínimos (como el aguinaldo o las vacaciones), sino también mejoras específicas: días extra, bonos, protección ante despidos o faltas, procedimientos claros de queja.
En palabras simples: es la defensa escrita de tu trabajo.
Y no es un privilegio. Es un derecho.
¿Qué lo hace diferente al contrato individual?
Un contrato individual es el que firmas tú con la empresa.
Un contrato colectivo es el que firma el sindicato en nombre de todos los trabajadores.
Y su fuerza está en que se negocia en bloque.
Más personas = más presión = más beneficios.
¿Qué dice la ley?
La Ley Federal del Trabajo establece que todo sindicato con representatividad puede negociar un contrato colectivo.
Y desde la reforma laboral de 2019, los trabajadores tienen derecho a conocerlo, votarlo y rechazarlo si no les beneficia.
¿Qué puedes hacer?
• Pregunta si en tu centro de trabajo hay sindicato activo.
• Solicita una copia del contrato colectivo. Tienes derecho a leerlo.
• Revisa si está registrado en la plataforma pública del Centro Federal de Conciliación.
• Participa en las revisiones o votaciones cuando se convoquen.
• Si no hay sindicato, puedes organizarte con otros trabajadores para formar uno o buscar representación.
El contrato colectivo no es cosa del pasado.
Es una herramienta viva.
Y si no la conoces, otros decidirán por ti.